Pasado y Futuro del Sistema Solar: Introducción a la Dinámica Molecular

Introducción Teórica:

Hace 200 años, Pierre Simon, Marqués de Laplace comenzó a pensar sobre el origen del sistema solar. Su hipótesis fué presentada en 1796 en Exposition du système du monde. De acuerdo con la teoría de Laplace, el sistema solar evolucionó a partir de un gas incasdencente girando alrededor de un eje. Según se iba enfriando, el gas se iba contrayendo lo que originaba un rotación más rápida debido a la conservación del momento angular. En algun momento la parte exterior del gas se separó formando anillos que posteriormente condensaron para formar planetas. La parte interior se condensó en un sólo cuerpo: el sol. La idea detrás de esta hipótesis no fue del todo de Laplace, ya fue propuesta antes en una forma menos elaborada por Thomas Wright e Immanuel Kant. En cualquier caso Laplace elaboró formalmente la idea cuyos detalles técnicos se encuentran en su gran obra Mécanique céleste 1799-1825 (5 volúmenes). Esta obra se piensa que es la culminación del punto de vista newtoniano sobre la gravitación. De hecho, Laplace mostró que el sistema solar era estable bajo la acción de pequeñas perturbaciones. Su trabajo mostraba la no necesidad de intervención divina en la formación y estabilidad del sistema solar. Se dice que Napoleón le comentó este hecho y Laplace le respondió: No necesito introducir dicha hipótesis.

Esta imágen genérica de Laplace es la que actualmente aceptamos como la teoría más viable que explica la formación del sistema solar. Sin embargo, Laplace no consiguió explicar con precisión como a partir de discos de gas se podían formar planetas. Hoy sabemos lo que pudo ocurrir para la formación de los planetas: las partículas del gas comenzaron a colisionar entre si formando partículas cada vez mayores. En cuanto alcanzaron tamaños suficientemente grandes, su atracción gravitatoria favoreció su acumulación. Esos objetos se denominan planetesimales. Los cometas y los asteroides se cree que son planetesimales sobrantes durante la formación del sistema solar. En una última etapa, los planetesimales se fueron uniendo para formar los planetas.

Podemos finalmente resumir la teoría actual sobre la formación del sol y de los planetas:

Hay evidencias observacionales del anterior esquema evolutivo:

 

El futuro del sistema solar puede ser estudiado a partir de simulaciones numéricas exhaustivas. Como ejemplo ver el artí culo de J. Sackmann, A.I. Boothroyd y K. Kraemer Our Sun. III. Present and Future in The Astrophysical Journal 418 457-468 (1993). Allí se nos realata como el sol se convertirá en gigante roja, y después de varios episodios de inestabilidad y pérdida de masa, acabará su vida como enana blanca.

Problemas:

Modelo y método numérico:

Nuestro sistema se compone de N esferas de diferentes masas mi i = 1, N. Los cuerpos interaccionan entre si mediante fuerzas gravitatorias newtonianas. La ecuación de evolución del cuerpo i es:

mi d2ri
dt2
= -Gmi
å
j ¹ i 
mj (ri-rj)
|ri-rj|3
(1)

A diferencia del problema de la nave espacial aqui hemos de resolver (genéricamente) un gran número de ecuaciones diferenciales (sobre todo para el problema Voluntario (2)). En este caso, el uso del algoritmo de Runge-Kutta es excesivamente costoso desde el punto de vista computacional. En estos casos, uno puede renunciar a la precisión del cálculo de cada una de las trayectorias de las partículas por la rápidez del cálculo. Este hecho, per se, justifica el uso de dichos algoritmos simplificados. Pero además, desde un punto de vista más formal este cambio de estrategia está permitido siempre que las propiedades estadísticas del sistema lo permita. Esto es, sea un punto inicial del espacio de las fases x. Supongamos que su evolución mediante sus ecuaciones del movimiento lo llevan a xt cuando transcurre un tiempo t. Si en lugar de las ecuaciones del movimiento, utilizamos una aproximación discreta de las mismas, es natural pensar que partiendo de x no llegaremos exáctamente a xt sino a un xt¢ que será cercano a xt si los incrementos del algoritmo son lo suficientemente pequeños. Es obvio que al usar el algoritmo discreto estamos cometiendo un error en la evaluación de las trayectorias, pero estaríamos salvados si xt¢ perteneciese a una trayectoria exácta correspondiente a una condición inicial x¢. Esta propiedad ocurre si el problema es suficientemente insensible a las condiciones iniciales, suficientemente caótico y tiene muchos grados de libertad. Para estos casos podemos concluir que dado un punto x y su evolución algorítmica xt¢, existe una trayectoria típica exácta que es la sombra de la trayectoria algorítmica en el espacio de las fases (sombra significa matemáticamente que para todo tiempo la distancia entre la trayectoria algorítmica y la sombra está acotada y es pequeña). Obviamente la demostración rigurosa de estas propiedades y las condiciones en que ocurren es extraordinariamente compleja. En cualquier caso, sea debido a la complejidad del problema, o porque la existencia de trayectorias sombra nos lo permita, el uso de estos algoritmos simplificados sólo tendrá sentido cuando nos interesen propiedades globales o macroscópicas del sistema puesto que en ese caso lo que importa no es el detalle del camino seguido (como ocurre en el problema del cohete donde saber si orbita la Luna o se estrella en ella es importante) sino sus propiedades promedio. En cualquier caso, el algoritmo utilizado debe de tener ciertas propiedades de estabilidad. Por ejemplo, si la dinámica conserva la energía y el momento angular, es importante y necesario que el algoritmo sea diseñado para que los conserve.

Desde el punto de vista computacional los algoritmos más eficaces son los llamados algoritmos de un paso, esto es, dadas las posiciones y momentos de la partículas en un instante dado, podemos a partir de ellas calcular sus respectivas posiciones y momentos en un paso posterior (observar que el algoritmo de Runge-Kutta utiliza dos pasos). Veamos como construir uno de estos algoritmos, el llamado algoritmo de Verlet. Este algoritmo se basa en la discretización más obvia de las primeras y segundas derivadas, esto es:

du
dt
=

lim
h® 0 
u(t+h)-u(t-h)
2h
® u(t+h)-u(t-h)
2h
d2u
dt2
=

lim
h® 0 
u(t+h)-2u(t)+u(t-h)
h2
® u(t+h)-2u(t)+u(t-h)
h2
donde h es el intervalo temporal del algoritmo. De esta forma la ecuación del movimiento (1) queda
ri(t+h) = 2ri(t)+ri(t-h)+F(t)h2
(2)
donde
F(t) = G
å
j ¹ i 
mj (ri(t)-rj(t))
|ri(t)-rj(t)|3
(3)
Observamos que el algoritmo es de dos pasos, necesitamos conocer r(t-h) y r(t) para calcular r(t+h). Sin embargo, esta deficiencia es subsanable si introducimos las velocidades de las partículas en el algoritmo. Sabemos que
vi(t) = ri(t+h)-ri(t-h)
2h
(4)
asi,
ri(t-h) = ri(t+h)-2hvi(t)
(5)
Sustituyendo esta ecuación en (2) obtenemos:
ri(t+h) = ri(t)+hvi(t)+ 1
2
h2F(t)
(6)
ahora necesitamos conocer también la evolución de las velocidades lo cual obtenemos de su discretización:
vi(t+h)
=
ri(t+2h)-ri(t)
2h
=
1
2
(vi(t)+vi(t+h) )+ 1
4
h( F(t+h)+F(t))
(7)
donde hemos hecho uso de la invariancia temporal de las ecuaciones y hemos utilizado (2) con el argumento t+2h y (6) con el argumento t+h. Asi obtenemos:
vi(t+h) = vi(t)+ 1
2
h( F(t+h)+F(t))
(8)
De esta forma, el algoritmo de Verlet de un solo paso queda totalmente definido por las ecuaciones (6) y (8). Este algoritmo conserva la energía y el momento angular de nuestro sistema. Notar que esto no quiere decir que cuando introduzcamos el algoritmo en el ordenador se conserven dichas cantidades puesto que los errores de redondeo se irán acumulando y afectarán a dichos valores. Sin embargo, el conocimiento en todo momento de su evolución nos dará idea de cuan lejos evolutivamente podemos llegar manteniendo el sentido físico de los resultados.

En resumen, el algoritmo de Verlet es:

Para aplicar el algoritmo de Verlet en nuestro caso, hemos de tener en cuenta que vamos a trabajar con números muy grandes y muy pequeños simultáneamente (G = 6.67×10-11 y la Masa solar es Ms = 1.99×1030). Esto nos hace pensar que va a ser conveniente reescalar las ecuaciones del movimiento. En particular, se puede elegir la siguiente reescala:

r¢
=
r
c
t¢
=
é
ê
ë
G Ms
c3
ù
ú
û
1/2

 
t
m¢
=
m
Ms
(9)

donde elegimos c = 1.496×1011 que no es más que la distancia entre la tierra y el Sol. En estas unidades, Neptuno se encuentra aproximadamente a 30 unidades c de distancia al Sol. Observamos que una unidad t¢ corresponden a unos 58.1 dias. En estas unidades, las ecuaciones del movimiento dadas por (1) se convierten en:

d2ri¢
dt¢2
= -
å
j ¹ i 
mj¢(ri¢-rj¢)
|ri¢-rj¢|3
(10)

Para el caso del problema de la formación de los planetas a partir de los planetesimales suponemos que la agregación de materia se produce mediante colisiones totalmente inelásticas. Asi, el algoritmo de colisión entre las partículas i y j lo elegimos:

Notar que al introducir el choque inelástico, la energía cinética no se conserva generándose calor en el proceso. Esto hay que tenerlo en cuenta si queremos utilizar la energía total del sistema para controlar los errores de redondeo.

El último punto que hemos de tener en cuenta es la elección de la condición inicial. Para ello notemos que el momento angular de sistema se conserva aún con la presencia de la interacción inelástica. Asi pues, para garantizar que el estado final van a ser planetas girando en el mismo sentido y con momento angular definido, vamos a tomar como condición inicial que todos los planetesimales tienen el mismo momento angular inicial. Además les supondremos que tienen igual masa e igual excentricidad en la órbita, igual foco y el ángulo del eje mayor distribuido de forma aleatoria uniformemente. Asi, dado el momento angular l, la excentricidad e < 1 (para tener órbitas cerradas, y masa m del planetesimal, utilizaremos el siguiente algoritmo para darle una órbita.

Pulsar aquí para los datos astronómicos de masa, posición, ....de los planetas del sistema solar.